¿Como desarmar el poder del mal?

El texto  de Mateo en el cual Jesús se revela como “manso y humilde de corazón” (Mt 11,29) es un retrato precioso porque es un texto en el cual Jesús nos  ofrece una definición de sí mismo, “aprendan de mí, que soy…”.  La humildad y la mansedumbre constituyen en la persona de Jesús dos cualidades que se distinguen más que otras y nos permiten adentrarnos en su identidad y  misterio.  Es Mateo el evangelista que más  saca a la luz, la mansedumbre de Jesús.  En el Nuevo Testamento, en efecto, el adjetivo “manso” se encuentra sólo cuatro veces:
Una vez en la primera carta de san Pedro (3,4); las otras tres en Mateo (5,5; 11, 29; 21,5).  Y en el texto  que estamos comentando, Mateo muestra como en Jesús se cumple lo que Isaías había profetizado a través de la figura de un siervo de Dios, llamado a hacer triunfar la justicia a través de una vida de total  mansedumbre: Y en su nombre esperarán las naciones”.  (Mt 12, 18.21). No apagará la vela vacilante, hasta que  haga triunfar la justicia.  No quebrará la caña débil, No gritará, no discutirá, no voceará por las calles. Sobre él pondré mi Espíritu para que anuncie la justicia a las naciones. “ Miren a mi siervo, a mi elegido, a quien prefiero.

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