Neiva, 22 y 23 de Octubre de 2016

Prepararnos una vez más para trabajar como Misioneros del Señor, fue una labor llena de fe, ilusión  y de mucho amor.  

Desde nuestra salida de Bogotá, el viernes a las 2:00 de la tarde, la ansiedad se apoderaba de todos;  pero fue mayor la fuerza del Espíritu Santo y Su gracia sobre cada uno de nosotros.  No podía faltar la oración de envío desde nuestros carros durante el trayecto, lo cual iba transformando nuestra ansiedad en confianza.   Casi seis horas de un viaje de fraternidad  donde compartimos experiencias, consejos, risas y una hermosa hermandad.  No teníamos idea de tantas cosas maravillosas que nos esperaban y de que sería una de las experiencias más gratificantes que viviéramos dentro de la comunidad.

Llegar a una ciudad que nos esperaba también con ansiedad y sentirnos recibidos como verdaderos discípulos de Jesús llevando Su palabra por diferentes regiones, como lo hacía Pablo de Tarso, fue una experiencia que nos generó un sentimiento de responsabilidad mayor con quien nos ha llamado a Su servicio.   

Ser recibidos por dos Sacerdotes llenos de esa devoción,  propia de quien lleva absoluta conciencia de la Palabra de Dios en su corazón, fue generando en nuestros corazones el deseo de iniciar pronto nuestro trabajo.  Los Padres Juan Carlos Liévano  y  Edilberto Guerrero  tenían todo dispuesto para que la Gloria de Dios se manifestara una vez más.    El hecho de ser acogidos en las casas de las familias pertenecientes a la Parroquia  de Aranzazu, nos afirmaba nuestro compromiso de evangelizar como verdaderos apóstoles de  Cristo.   

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No solo parejas, también familias!